Crítica: Pobre Diablo

La serie animada española de HBO Max llega sin timidez. Con varios chistes obscenos y poco desarrollo de una trama sincera.

España nos ha dado muchas casas productoras de animación y HBO Max España ha decidido subirse a este caballo dorado con la serie “Pobre Diablo”, el primer show animada español de la plataforma. Con un total de ocho episodios para la primera temporada, el show tuvo que retrasar su estreno en Navidad a San Valentin por temas de producción. Sin embargo, dió luz por primera vez durante el Festival de Sitges: en la sección fuera de concurso y recibió buenas críticas por la prensa local. Miguel Esteban, Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla son el trío creador de esta serie. Ellos son conocidos en su país por sus realizaciones televisivas en España con cierto grado de comedia y parodia. Y a pesar de no tener mucha experiencia en el 2D, decidieron apostar por algo nuevo.

La serie sigue al anticristo Stan, y aunque podría parecer una continuación de “Baby Rosemary”, se enfoca en el deseo del primogénito de hacer un mundo mejor, en lugar de seguir los planes de su padre para que domine el mundo. Más allá de la relación padre/hijo, podremos ver a otros personajes interactuar en el medio del desarrollo de cada personaje. Mefisto, un gato huraño y Samael, una demonio que va en contra de todo el sistema, desempeñarán un papel importante en las acciones del Anticristo.

Mientras que en Latinoamérica se trata de poner la impronta local en las producciones, las producciones europeas tratan de adaptarse al mercado estadounidense. Lo extraño es que está ambientada en Nueva York, en lugar de España, aunque los personajes, muchas de las referencias y los chistes se centran en el folklore español. Es un enfoque similar al de la película “El día de la bestia” de Alex de la Iglesia, quien no necesitó salir de su ciudad natal para tomar el mismo contexto.

La comedia se basa en chistes vulgares, reducción de personalidades a referencias simples (algo similar a “Family Guy”), y canciones poco pegadizas.El protagonista es una imitación para adultos de Bob Esponja, que en momentos da gracias, pero en su mayoría te confunde. La animación es otro de los puntos a mejorar, sin llegar a lucirse y sobreproducir el sincro labial, el show no obtiene grandes réditos en su fusión de 2D/Cu-out. El show en vez de explotar su faceta animada, llega a abusar de diálogos y monólogos como si se tratase más de un stand-up que de una serie con gags y resoluciones visuales.

Durante siete de los ochos episodios veremos este tipo de comedia. Digo siete y no ocho porque en el séptimo capítulo titulado “Groenlandia” veremos una apuesta del show en mostrarnos y profundizar otros los mismos tópicos pero dentro de otro ecosistemas; uno más dramático y taciturno. Aunque se podría haber desarrollado más, estos minutos animados son un buen intento de meter la serie en otro foco.

Con el pie puesto en el acelerador, el show da un puntapié y abre las puertas para que otras producciones lleguen a la plataforma. Sin impactar tanto en el espectador, pero con la esperanza de una renovación para una segunda temporada.

Puntaje: 4/10

Iván Portillo

Periodista especializado en animación. Editor en Bubbleblabbee Español. Colabora en medios como Industria Animación e Indie Hoy.

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