Crítica: La otra forma
Acompañando la entrevista al guionista y director Diego Felipe Guzman, a continuación, compartimos una reseña crítica de su película La otra forma.
Esta nueva película animada colombiana se estrenó en marzo de este año en cines comerciales de su país, luego de haber pasado exitosamente por varios festivales en 2022. Realizada en el formato de animación tradicional 2D, fue producida en el estudio Hierro Animación, en Cundinamarca, contando con colaboraciones de estudios de otros países como Brasil, México y Francia. Es un largometraje sin diálogos, dirigido a un público adulto.
Sinopsis: Un joven llamado Pedro Prensa (o Peter Press) vive con una prensa en la cabeza. Esta prensa ejerce una presión cada vez mayor, hasta obtener la forma adecuada: la que la sociedad exige que tenga.
En el mundo de ciencia-ficción donde transcurre La otra forma, existe un gigantesco rompecabezas, en él cada pieza es una persona que debe adquirir la forma adecuada para integrarlo. No estoy queriendo hacer alguna metáfora rebuscada: nomás estoy describiendo lo que vi: La otra forma trata de una especie de Tetris físico gigante hecho con cuerpos de personas vivas. Cada miembro de esta sociedad debe ponerse prensas y prótesis, pasando por un riguroso tratamiento, a fin de deformar su cuerpo hasta tener la forma debida, “para encajar”.
Como podrá notarse en la lectura de esta reseña, la metáfora (o alegoría, o comentario social) de La otra forma no es de particular sutileza. Sin embargo, una vez que el espectador descifra el recurso poético y teoriza la primera interpretación que viene a la mente, no se acaba ahí el encanto de esta historia. En un mundo de ciencia-ficción donde todas estas cuestiones abstractas se aplican literalmente, resulta intrigante ver hasta qué extremos se puede llevar el concepto. Además de eso, una vez que se pasa la primera y más superficial metáfora, comienzan a aflorar otros elementos un tanto más crípticos, que enriquecen y complejizan la experiencia.
La focalización del relato está en un personaje principal (hombre con una prensa en la cabeza) y en dos personajes coprotagonistas (un hombre con una caja de cartón en la cabeza y una famosa mujer de partes cuadradas). Tres diferentes experiencias en paralelo ante un mismo fenómeno: el gigantesco rompecabezas humano. Un mismo sentimiento: la desesperación. Los tres personajes son desesperantes, insertos en un mundo que los desespera, metidos en situaciones que no pueden controlar, y que les impiden cumplir con sus respectivos roles. Lo que quizá llame más la atención, es que los personajes no parecen cuestionar las reglas que les son impuestas, directamente se les imposibilita cumplirlas. Se llevan y son llevados a impresionantes extremos para “encajar”; sus fracasos mantienen viva la incógnita de ¿qué sucederá una vez que encajen?
Con todo lo antes mencionado, puede valorarse en esta obra de arte la originalidad. La otra forma no es una película animada del montón, se arriesga; no procura aplicar fórmulas de garantizado éxito en el ámbito del cine animado. Correr ese riesgo lleva a una experimentación de inconstantes resultados; algunas cosas saldrán bien, otras no tanto, pero no deja de ser una obra de arte valiente que no optó por la vía fácil. Un gran acierto es que la película sea muda (o sin diálogos, mejor dicho), todo está dicho en imágenes, y de esa manera también se intensifican algunos misterios. Al no haber palabras o explicaciones, el espectador se transforma en participante activo: es su deber darle sentido a lo que está observando.
Si se pretende hallarle a esta cinta elementos “menos favorables”, vale mencionar que la música, compuesta por Daniel Velasco, aunque tiene sus momentos interesantes, nunca llega a salirse de lo que podemos esperar de cualquier película de ciencia-ficción. Otro aspecto cuestionable es el tono serio-desesperado mantenido a lo largo de todo el metraje: no es un defecto, pero quizá hubiese enriquecido la experiencia explorar otras emociones.
Para concluir: La otra forma es una clara muestra de lo que es el arte de la animación tomado en serio, y no como mero “tranquilizante para infantes”. Ya desde la década pasada, obras como El libro de Nina o Virus tropical han permitido reconocer en Colombia un valioso semillero de artistas que buscan expresarse por este medio, sacando a relucir una identidad propia. El filme de Guzman es otro gran paso para el país en el séptimo arte dibujado a mano, y un ejemplo para toda Latinoamérica.
Puntaje: 8/10